YO QUISIERA estar
entre vacías tinieblas, porque el mundo lastima cruelmente mis sentidos y la
vida me aflige, impertinente amada que me cuenta amarguras.
Entonces me habrán abandonado los recuerdos: ahora huyen y vuelven
con el ritmo de infatigables olas y son lobos aullantes en la noche que cubre
el desierto de nieve.
El movimiento, signo molesto de realidad, respeta mi fantástico
asilo; mas yo lo habré escalado de brazo con la muerte. Ella es una blanca
Beatriz, y, de pies sobre el creciente de la luna, visitará la mar de mis
dolores. Bajo su hechizo reposaré eternamente y no lamentaré más la ofendida
belleza ni el imposible amor.
JOSÉ ANTONIO RAMOS SUCRE (1890-1930). La
Torre de Timón, (1925), en "Antología", 1992. Caracas: Biblioteca
Ayacucho.