John Donne por Isaac Oliver (1616). |
Cuando mi tumba sea abierta nuevamente
Para recibir a un segundo huésped,
(pues las tumbas han aprendido esa femenina
[condición
De ser lecho para más de uno),
Y el que cave descubra
Alrededor del hueso un brazalete de brillante cabello,
¿No habrá de dejarnos solos
Pensando que yace allí una pareja de amantes
Para quienes tal ardid pudiera ser un medio
De hacer que sus almas, en el último día activo,
Se reúnan por breve tiempo en esta tumba?
Si tal sucediera en una época, o tierra,
Donde la superstición impera,
Entonces, el que cave
Nos llevará al obispo y al rey
Para hacer de nosotros reliquias;
Tú serás entonces una María Magdalena
y yo algo semejante;
Todas las mujeres, y algunos hombres, nos adorarán,
Y puesto que en tales tiempos se ansían milagros
Me gustaría enseñar con este escrito
Que milagros hicimos nosotros, inofensivos amantes.
Primero, nos amamos bien y fielmente,
Sin saber, empero, lo que amábamos, ni por qué,
Sin saber de diferencias de sexo
Más que nuestros ángeles custodios;
Al encontrarnos o al partir,
Por casualidad pudimos besarnos, pero nunca en el
[intervalo;
Nuestras manos jamás tocaron los sellos
Que la naturaleza, dañada por tardía ley, rompe.
Estos milagros hicimos; pero ahora, ay,
Tendría yo que superar toda medida y lenguaje
Si dijera qué milagro era ella.
John Donne (1527-1631). "Poemas de John Donne", 1979. Caracas: Fundarte. Versión de William Shand y Alberto Girri.