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Alfred Philippe Roll, "La vague" (1911) |
El poeta es el hombre. Y todo intento de separar al poeta del hombre ha resultado siempre fallido, caído con verticalidad. Pues que del poeta, en último término, acaso no se pueda ciertamente decir, con verdad que debiera ser obvia, sino que es el hombre que además de ser hombre fuera poeta.
Por eso sentimos tantas veces, y tenemos que sentir, como que tentamos, y estamos tentando, a través de la poesía del poeta algo de la carne mortal del hombre. Y espiamos, aun sin quererlo, aun sin pensar en ello, el latido humano que la ha hecho posible; y en este poder de comunicación está el secreto de la poesía, que, cada vez estamos más seguros de ello, no consiste tanto en ofrecer belleza cuanto en alcanzar propagación, comunicación profunda del alma de los hombres.
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Todos los poetas han hecho acaso lo mismo, como todos los hombres: vivir, amar, sufrir, soñar, morir. ¿Qué poeta, ni el más alto, no podrá ser reducido a unidad con la masa de las generaciones?, porque, en último término, ¿qué son los poetas sino súbitos agolpamientos de un latido instantáneo en ese mismo único cuerpo continuo que infatigablemente pervive?
Pero humildísimamente cada poeta pone su diferenciada individualidad, y en los sucesivos estados posibles de los hombres ellos expresan lo común y lo individual, como cada hombre, al vivir su vida, está viviendo la vida de un hombre, pero también la vida del hombre.
Vicente Aleixandre (1898-1984). Vida del poeta: el amor y la poesía. Discurso leído ante la Real Academia Española, 22 de enero de 1950. Madrid: RAE, 1950.