Paul Cézanne, "The card players" (1890-1892) |
Los jóvenes homosexuales y las muchachas amorosas,
y las largas viudas que sufren el delirante insomnio,
y las jóvenes señoras preñadas hace treinta horas,
y los roncos gatos que cruzan mi jardín en tinieblas,
como un collar de palpitantes ostras sexuales
rodean mi residencia solitaria,
como enemigos establecidos contra mi alma,
como conspiradores en traje de dormitorio,
que cambiaran largos besos espesos por consigna.
El radiante verano conduce a los enamorados
en uniformes regimientos melancólicos,
hechos de gordas y flacas y alegres y tristes parejas:
bajo los elegantes cocoteros, junto al océano y la luna,
hay una continua vida de pantalones y polleras.
Un rumor de medias de seda acariciadas,
y senos femeninos que brillan como ojos.
El pequeño empleado, después de mucho,
después del tedio semanal, y las novelas leídas de noche en
cama
ha definitivamente seducido a su vecina,
y la lleva a los miserables cinematógrafos
donde los héroes son potros o príncipes apasionados,
y acaricia sus piernas llenas de dulce vello
con sus ardientes y húmedas manos que huelen a cigarrillo.
Los atardeceres del seductor y las noches de los esposos
se unen como dos sábanas sepultándome,
y las horas después del almuerzo en que los jóvenes estudiantes
y las jóvenes estudiantes, y los sacerdotes se masturban,
y los animales fornican directamente,
y las abejas huelen a sangre, y las moscas zumban coléricas,
y los primos juegan extrañamente con sus primas,
y los médicos miran con furia al marido de la joven paciente,
y las horas de la mañana en que el profesor, como por descuido,
cumple con su deber conyugal y desayuna,
y más aún, los adúlteros, que se aman con verdadero amor
sobre lechos altos y largos como embarcaciones:
seguramente, eternamente me rodea
este gran bosque respiratorio y enredado
con grandes flores como bocas y dentaduras
y negras raíces en forma de uñas y zapatos.
PABLO NERUDA (1904-1973). "Selección de poemas: 1925-1952". Barcelona, España: Círculo de Lectores, 1976.
Zdzisław Beksiński, untitled, 1984-89 |
(Rhodesia, 1978)
Deja ya de hablar de conflictos.
Veo la cabeza pálida como el vientre de una araña de la
recién nacida encima de la hierba, con la tela de araña de
venas visibles en su cráneo, la piel
gris y fulgente, el limpio corte de
la bayoneta en mitad del pecho.
Veo la cara de su madre, a golpes,
ha tomado la forma de una planta,
un cactus con espinas grises y carnosos
brotes de color granate oscuro.
Veo el largo de su brazo sobre la pequeña;
su muñeca descansa inmóvil con todo su peso, sobre las
diminutas costillas.
No me hables de
política, tío. Que tengo ojos.
SHARON OLDS (1942). "Los muertos y los vivos". 2006. Madrid: Bartleby Editores.
Frida Kahlo, "Mi nacimiento", (1932) |
En nuestro museo —Vamos todos los domingos—
han inaugurado una sección nueva.
Nuestros hijos abortados, embriones pálidos y serios,
se acurrucan en simples tarros de cristal,
preocupados por el futuro de sus padres.
GÜNTER GRASS (1927-2015). "Poemas". 2006. Madrid: Visor Libros.
Jakob Weidemann, "Felespiller" (1942) |
Nadie parece estar ya triste.
El rumor lento y grave del agua,
trata de abrirse paso
y llegar hasta aquí.
Impunemente,
se enumeran bienes y quejas y languideces.
Algo habrá de ocurrir
si persiste este canto asonantado.
MIYÓ VESTRINI (1938-1991). Pocas virtudes (1986) en "Todos los poemas", 1994. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, C.A.
Elizabeth Louise Vigée Le Brun, "Julie Le Brun looking in a mirror", (1787) |
¿Y si de pronto
abandonáramos nuestro yo?
Por allí va, sin saludar,
enfurruñado y caviloso
en busca de algo mejor.
Ni siquiera vuelve la vista.
¿Y nosotros?
Primero hemos de acostumbrarnos
a este paisaje radiante
de antes y después,
de tiempo luminoso
sin ahora.
CEES NOOTEBOOM (1933). "Así pude ser. Poesía selecta", 2003. España: Huerga y Fierro Editores, S. L.
Helen Frankenthaler, "Cloud Burst" (2002) |
No falta nadie en el jardín. No hay nadie:
sólo el invierno verde y negro, el día
desvelado como una aparición,
fantasma blanco, fría vestidura,
por las escalas de un castillo. Es hora
de que no llegue nadie, apenas caen
las gotas que cuajaban el rocío
en las ramas desnudas del invierno
y yo y tú en esta zona solitaria,
invencibles y solos, esperando
que nadie llegue, no, que nadie venga
con sonrisa o medalla o presupuesto
a proponernos nada.
Ésta es la hora
de las hojas caídas, trituradas
sobre la tierra, cuando
de ser y de no ser vuelven al fondo
despojándose de oro y de verdura
hasta que son raíces otra vez
y otra vez, demoliéndose y naciendo,
suben a conocer la primavera.
Oh corazón perdido
en mí mismo, en mi propia investidura,
qué generosa transición te puebla!
Yo no soy el culpable
de haber huido ni de haber acudido:
no me pudo gastar la desventura!
La propia dicha puede ser amarga
a fuerza de besarle cada día
y no hay camino para liberarse
del sol sino la muerte.
Qué puedo hacer si me escogió la estrella
para relampaguear, y si la espina
me condujo al dolor de algunos muchos?
Qué puedo hacer si cada movimiento
de mi mano me acercó a la rosa?
Debo pedir perdón por este invierno,
el más lejano, el más inalcanzable
para aquel hombre que buscaba el frío
sin que sufriera nadie por su dicha?
Y si entre estos caminos
—Francia distante, números de niebla—
vuelvo al recinto de mi propia vida:
un jardín solo, una comuna pobre,
y de pronto este día igual a todos
baja por las escalas que no existen
vestido de pureza irresistible,
y hay un olor de soledad aguda,
de humedad, de agua, de nacer de nuevo:
qué puedo hacer si respiro sin nadie,
por qué voy a sentirme malherido?
PABLO NERUDA (1904-1973). "Jardín de invierno/Winter Garden", 2002. Washington: Copper Canyon Press.
François-Nicolas Chifflart, "Meditations" (1865) |
Nobody is missing from the garden. Nobody is here:
only the green and black winter, the day
waking from sleep like a ghost,
a white phantom in cold garments
climbing the steps of a castle. It's an hour
when no one should arrive. Just a few drops
of chilly dew keep falling
from the bare branches of winter
and you and I in this circle of solitude,
invincible and alone, waiting
for no one to arrive, no, nobody will come
with a smile or a medal or a budget
to make us an offer or ask for anything.
This is the hour
of fallen leaves, their dust
scattered over the earth, when
they return to the depths of being and not being
and abandon the gold and the greenery,
until they are roots again,
and again, torn down and being born,
the rise up to know the spring.
O heart lost
inside me, in this man's essence,
what bountiful change inhabits you!
I am not the culprit
who has fled or turned himself in:
misery could not exhaust me!
Your own happiness can grow bitter
if you kiss it every day,
and there is no way of freeing oneself
from the sunlight except to die.
What can I do if the star chose me
to flash with lightning, and if the thorn
guided me to the pain of so many others?
What can I do if every movement
of my hand brought me closer to the rose?
Should I beg forgiveness for the winter,
the most distant, the most unattainable
for that man who used to seek out the chill
without anyone suffering because of his happiness?
And if somewhere on those roads
—distant France, numerals of fog—
I return to the extent of my life:
a lonely garden, a poor district,
and suddenly this day equal to all others
descends the stairs that do not exist
dressed in irrisistible purity,
and there is the odor of sharp solitude,
of humidity, of water, of being born again:
what can I do if I breathe my own air,
why will I feel wounded to death?
PABLO NERUDA (1904-1973). "Jardín de invierno/Winter Garden", 2002. Washington: Copper Canyon Press.
Caravaggio, "Sleeping Cupid" (1600) |
LA MAYORÍA DE LAS HISTORIAS que bosquejo
no llegan al papel o a la pantalla, se conforman
con transcurrir en esa licuadora ciclotímica que
es mi interior. Puedo jurar que he escrito varias
obras maestras en el autobús que me lleva
desde el supermercado hasta la casa, en esos
días raros en que no me asesinan o me roban,
pero se deshacen en algún olvido; sólo me
queda la certeza de haber sido otra persona,
de haber vivido un deleite envidiable en
silencio. Tal vez escribir no sea más que el falaz
eufemismo del aislamiento, incluso cuando
se está desesperado por atención.
ENZA GARCÍA ARREAZA (1987). Cosmonauta. Caracas: Fundación La Poeteca, 2020.
John Everett Millais, "Waiting" (1854) |
Pueblos enteros
hemos visto
que se dejan estar
a la sombra de un gran tamarindo
hiedra silvestre
enroscada a los palos del camino
burros
cabeceando sobre lo quebrado
de sus patas
rombos en el agua temblorosa
Aquí el trabajo se reduce
a levantarse con el sol
muy alto
a espaldas de esa fatiga
que algún turista
arrastra
Aquí
vivimos días sin gloria
sin moral
sin horas fijas
Echados
el primer periódico que ofrecía
su abandono
hemos leído:
las muertes hemos leído
los mensajes amorosos
las amenazas bancarias
sin ausencia ni concentración
Nada nos ha conmovido
Nada nos ha impacientado
con el calor agobiante
Nuestros hijos
tal cual son nos han gustado:
negros
enjutos
rascándose
bajo la piel
los mil huevecillos de insectos
discretamente hambrientos sólo al caer la noche
como si un repentino apetito
los igualara al ímpetu
de cazadores
atizando el fuego
en una vieja ilustración
tan lejanos entre los pliegues de la arena
que parecieron de otros
de humo
materia evaporada en la gasa del horizonte
Al aire libre hemos comido
desnudos
cangrejos recién desmembrados
sin piedad
sin otra precaución que estarse
al abrigo del viento
arremolinados
Sucios:
lo hemos sido
sin juicio
sin resonancia
El mar:
ha sido el mar
La luz
luz
A lo sumo
un peso invisible sobre el lomo
El sopor de los animales
fue sorber ruidosamente
en paz
cada espina de pescado
como fin último:
su hoja reluciente
su escama de diamante
a nadie hirió
A nadie
la agonía del pelícano
inspiró poema alguno
los niños lo arrastraron penosamente
de un extremo a otro
lo torturaron
con el ofrecimiento de lombrices
y peces deshechos
al oído del ala rota
le susurraron
con cínica paciencia
el infinito perdido
No nos rozó siquiera
la ocurrencia
de citas oportunas
ni el deber de pronunciar
aquellas palabras
Sólo interjecciones
Porque hablar
lo que se dice hablar
No hemos hablado
E inferior
tampoco hemos inferido
La suciedad
la miseria
no la hemos comentado
ni la exaltación de los pescadores
en su modo de echar la red
y unas monedas
a las que tapan rápidamente
con la palma de la mano
como si fuera un texto
Ninguna pasión redentora
nos ha tocado
A nadie hemos humillado
con interpretaciones
con falsos cantos
El canto vino solo
como exhalación
de noche abierta
sus labios de salitre quemado
nos rozaron
en la oscilación de la luz
sobre el libro
leído hasta tarde
con ignorancia y creencia
sin entender
cual estudiante infeliz
y desocupado del mundo
mientras el sueño de los niños
era la misma turgencia del alcatraz
en su hondo vuelo
hondo y levísimo y rociado de espuma
firme en la turbulencia
MÁRGARA RUSSOTTO (1946). "Viola D'amore". Caracas: Fundarte, 1986.
Etel Adnan, "Untitled", (1983). |
DONNALYN XU (Sydney, Australia). "Vague Lights". Online: