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Shitao, "Reminiscences of Qinhuai River pl4" (1642-1707) |
Había una alacena llena de frascos con conservas
y me dijiste Lluvia, es la lluvia de
trescientos inviernos. Tomé uno,
respiré la eternidad de un día de 1920
y me abrazaste y el viento de entonces
volvió a agitar un mechón de cabello. Y solos,
tan solos como nos recuerdo de niños,
apagamos la inmensidad y encendimos la luz,
y la lámpara brilló en el aire
como un pequeño grito blanco.
Jorge Galán (1973). Destino. Antología. Colombia: Universidad Externado de Colombia, 2018.
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Pieter Bruegel The Elder, "Children’s Games" (1560) |
Alguna vez escribiré con piedras,
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.
Estoy cansado de palabras.
No más lápiz: andamios, teodolitos,
la desnudez solar del sentimiento
tatuando en lo profundo de las rocas
su música secreta.
Dibujaré con líneas de guijarros
mi nombre, la historia de mi casa
y la memoria de aquel río
que va pasando siempre y se demora
entre mis venas como sabio arquitecto.
Con piedra viva escribiré mi canto
en arcos, puentes, dólmenes, columnas,
frente a la soledad del horizonte,
como un mapa que se abra ante los ojos
de los viajeros que no regresan nunca.
Eugenio Montejo (1938-2008). Los ausentes y otros poemas [Antología]. Colombia: Universidad Externado de Colombia, 2007.
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Claude Monet, "Boats on the Beach at Étretat" (1885) |
Hay un naufragio, a cada instante,
en nuestras almas.
Sin borbotar de oscura espuma,
sin alboroto de las olas bravas,
ruedan al fondo, silenciosas,
grandes navíos, leves barcas.
¡Oh gran abismo generoso!
¡Oh ingratas, sordas, grises playas!
Rafael Maya (1897-1980). Poemas escogidos. Colombia: Universidad Externado de Colombia, 2015.
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Paul Klee, "Collection of Figurines" (1926) |
Un dedo cae sobre la llaga. Vacila su encanto terrenal en la prolongación del dolor. Éste se hace un muro donde el sol no corrompe su largo aliento, ni verdea, al vuelo curioso de las aves, su abalorio canto. La entrega es imposible sin su grito mediador; sin el refugio transfigurado de lección. Algún cuerpo oscuro y superior tenderá su abrazo a la naturaleza desbordada de juicio. Esa carne elevada será la santidad del que no devuelve la mirada al vacío.
Francisco Camps Sinza (1988). El Pequeño dolor (en Nietzsche) y otros poemas. México: La Testadura Literaria, marzo, 2025.
Link: https://latestadura.wordpress.com/2025/03/21/dia-mundial-de-la-poesia/
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Samuel John Peploe, "Streetscene, France" |
Tengo que creer que
esta locura, esta cárcel
perdura para la eternidad
las muchas horas, cuando
elegí a mi Papa
y humo oscuro se
alzó,
(esa vela no,
con el blanco)
cuando todos mis sueños
estuvieron en el cónclave
y todo votó en contra de
mi más furioso y fracasado
sueño,
éste ni se hubiera creído
a sí mismo y hubiera sabido
que mandar sobre todo esto
sobre inmundicia, oro,
semen, islas de los muertos.
Ingeborg Bachmann (1926-1973). No sé de ningún mundo mejor (poemas inéditos). España: Ediciones Hiperión, S.L., 2003.
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Helene Schjerfbeck, "The Teacher" (1933). |
Ahora estoy triste,
el dolor tiene gafas de maestra
y el olor de patios secos y soleados
sobre el vaivén febril de mis palabras.
No encuentro más leyendas,
ni más cuentos de amor, ni más historias,
me he dormido en un lecho de ignorancias
en una siesta estéril de caprichos.
Quise dar más; no pude,
fue demasiada mi ternura llena;
extendí las dos manos desbordantes
y hoy que todo lo di, me hallo vacía.
Soy el cántaro roto
que nunca más se posará en los hombros
ardientes y cimbreantes de los sueños
para ir en busca del brocal del pozo.
Ida Gramcko (1924-1994). Antología poética. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2024.
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Master of the Amsterdam Death of the Virgin, "The Death of the Virgin" (c. 1500). |
Una extraña atmósfera le determina la vida. Un olor denso y pesado, nunca antes presentido, se cuela por el vestido y se esconde entre el ombligo.
Sí, sacaron al muerto, pero su olor se instaló en las axilas de la noche, en los pliegues del pañuelo en desuso; se mantuvo ocho días entre las subidas y bajadas de los inquilinos. Tal vez, Dios también utilizó el ascensor inhalando su propio sabor. Es la costumbre de dormir entre el incienso.
Mery Yolanda Sánchez (1956). Un día maíz. Colombia: Universidad Externado de Colombia, 2010.
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Gustav Kampmann, "Zwielicht" (1912) |
Cerca de la caída
prefiere con empuje un dedo
de distancia
Para detenerse se acerca
al ámbito de su creación:
el frío apartaba sonidos
desde donde surgió esta forma atrapada
para ti ojo-luz-clamor
eco diluyéndose
Tiene consciencia de todos los corazones
sus sístoles y diástoles
apenas se reconocen entre su técnica
cardiológica de la pasión
Este animal para sobrevivir
no acude a la piedad porque a pesar de estar
perdida entre tanto agite
por ensanchar conocimiento
se queda en ese terreno
donde Dios conoce el porvenir
es más
una célula cambia si Él lo decide
la escoge
es lanzada hacia un algo
con nombre y sabe cómo terminará
Si resuelve salvar heterótrofos en extinción
iguales a esta cubierta con algas
haría soñar a los diseñadores de urbanismos
bajo espacios interoceánicos con auroras
En cambio
el poema decide no ceder sentido
No llegar y sí conmover desde el principio
a los lectores
Prefiere la borrosidad
el desplante si dicen
no te entiendo
y eres incierto al cerrar
Desesperado
al final detiene la mirada
yace
igual a una tortuga laúd
(el reptil más pesado del planeta)
enredada en un bloque de hielo
fugitiva del Ártico
Raúl García Palma (1958). Clamor por lo invisible. Caracas: Fundación La Poeteca, 2024.
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Gustav Kampmann, "Gewitterstimmung" (ca 1904). |
no debemos mirarnos
si nos sentimos abajo
en el fondo
allá hundidos donde los caballos
son de yeso
las viejas casas derrumbadas
la muerte no debe
ser ese caballo blanco
que nos sigue
*
he jugado a las cartas
¿quién sabe
si esos reyes boca abajo
somos nosotros?
¿quién sabe de nosotros?
*
esta es una silla
sólo una silla
en ella
se sentó mi padre
mis hermanos
todos
mis mejores amigos
ahora
está sola
sin nadie
una silla
Reynaldo Pérez Só (1945-2023). "Para morirnos de otro sueño" (1971) en Solo. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2021.
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Rachel Ruysch, "Still Life With Rose Branch, Beetle And Bee" (1741). |
La más clara palabra es sólo un coágulo:
no podemos comunicarnos
ni cuando impía droga nos consume
inmóviles como espantapájaros.
Me estás viendo a mí frente a tu espejo.
Quieres verte y no puedes,
como todas las cosas en su nombre.
Yo te grito en el fondo de tus ojos,
como en las totales revelaciones,
cuando somos ardiente monstruo andrógino.
Las cosas no responden a su nombre.
Son simples marcas, falsas etiquetas.
Cosas, digo, queriendo decir constelaciones.
Digo, pero no quiero decir eso,
sino lo indecible, para que Orfeo
no sea devorado por las fieras.
Rumores de la brisa sin memoria
entre las ramas confundida.
Lodos de caos con la luz primera,
huracán prisionero en telarañas.
Si brisa y ramas somos, no lo sabemos si lo somos.
Si por fin lo sabemos, traicionan las palabras.
Rueda el escarabajo con su sucio alimento.
A mí la luz y tú me desbarrancan.
Luis Cardoza y Aragón (1904-1992). Material de Lectura. México: UNAM, 2008.