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Henri Martin, "Au Bord De La Mer" (s/f) |
¡Qué grato era aquel Joven y qué lleno de savia!
¡Tan ávido de vida!... Y tan dulce en su sueño.
¡La cabeza qué altiva o inclinada con gracia!
¡Husmeando el amor!... que tristemente pasa.
¡Era un don Nadie!... −Pero de pronto ha visto cómo
Le sonríe a la vuelta sin rencor la Fortuna;
Ya no sonreirá como otras veces; sabe
Cuánto cuesta todo eso y cómo se consigue
Su corazón ha echado panza y saluda en prosa.
Se cotiza muy caro... es alguien este Dios;
Ya no va con las manos, sin nada, en los bolsillos...
En su gloria que lleva como un abrigo fúnebre,
Lo reconoceréis banal, vacío, célebre...
Lo reconoceréis, a este desconocido.
DÉCLIN // Comme il était bien, Lui, ce Jeune plein de sève !/ Âpre a la vie Ô gué !... et si doux en son rêve./ Comme il portait sa tête ou la couchait gaîment !/ Hume-vent à l'amour... qu'il passait tristement.// Oh comme il était Rien !... − Aujourd'hui, sans rancune/ Il a vu lui sourire, au retour, la Fortune ;/ Il ne sourira plus que d'autrefois ; il sait/ Combien tout cela coûte et comment ça se fait.// Son coeur a pris du ventre et dit bonjour en prose./ ; Il est coté for cher... ce Dieu c'est quelque chose ;/ Il ne va plus les mains dans les poches tout nu... // Dans sa gloire qu'il porte en paletot funèbre,/ Vous le reconnaîtrez fini, banal célèbre... / Vous le reconnaîtrez, alors, cet inconnu.
Tristan Corbière (1845-1875). Obras completas de Tristan Corbière. Francia: Bibliothèque de la Pléiade, Gallimard, 1970. Versión en español de José Ramo.
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Hanna Hirsch-Pauli, "Study for Friends – Nanna Bendixson" (circa 1907) |
¿QUÉ casa quieres construir para mí,
Qué escritura negra cuando se acerca el fuego?
*
Retrocedí largamente ante tus signos,
Me expulsaste de toda densidad.
*
Pero he aquí que la noche incesante me oculta,
Y con sombríos caballos me salvó de ti.
Yves Bonnefoy (1923-2016). Tarea de esperando. Antología poética. Pre-Textos, 2007. Versión de Arturo Carrera.
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Adolf Hölzel, "Ohne Titel" (1930) |
Un pájaro se para frente a mi ventana y muere. El cristal se quiebra y yo me quedo con una pluma entre las manos.
Llueve en un claro en medio del bosque. Caen piedras en vez de agua. En la primavera las flores serán grises.
Un pez muerde el anzuelo. En seguida el pescador cae al agua convertido en tortuga. El río detiene su cauce. Una parte del mar se seca.
Una madre prepara los alimentos para su familia. Cuando todos se sientan, el marido pide que traiga la sal. La mujer se para. Toma un frasco de uno de los estantes. Lo pone sobre la mesa. Pregunta si falta otra cosa. Nadie responde. Toma su silla. Al sentarse, desaparece. La familia sigue masticando. Afuera cae nieve.
Veo un faro,
su luz es un manto breve,
o un parpadeo de cíclope de ojo brillante.
No es culpa tuya que la incertidumbre también
hable tu lengua.
De todas formas, un nombre no sirve de nada.
Los nombres no son las cosas.
Alan Valdez (1992). La pérdida de voluntad en el agua. México: Fondo de Cultura Económica, 2021.
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Nils Forsberg, "Death of a Hero. Study" (1883) |
El héroe inventa un país todo el tiempo, lucha contra una hidra, vive un exilio en su propia geografía, tiene la fiebre del azar; no cree en el destino, sabe que los pasos cambian las latitudes, que al tocar un pubis mueve un planeta; no tiene seguidores, ni máscara, ni un don divino; desnudo a sus penas, a sus perros, a las colmillos del cuervo; es un hombre sencillo como la madera, frágil como el olvido, no tiene país ni parientes ni amigos, sostiene el pensamiento en un tajo, sólo abriga la palabra de fuego que lo existe más allá de la fosa, de la ceniza, del célebre polvo llorado.
Pedro Salvador Ale (1953). Antología esencial (1973-2013). México: Colección Letras, 2013.
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Hans Holbein The Younger, "The Preacher" (c. 1526) |
Porque dejaste el mundo de dolores
Buscando en otro cielo la alegría
Que aquí, si nace, solo dura un día
Y eso entre sombras, dudas y temores.
Porque en pos de otro mundo y de otras flores
Abandonaste esta región sombría
Donde tu alma gigante se sentía
Condena á continuos sinsabores:
Yo te vengo á decir mi enhorabuena,
Al mandarte mi eterna despedida
Que de dolor el corazón me llena:
Que aunque cruel y muy triste tu partida,
Si la vida á los goces es agena,
Mejor es el sepulcro que la vida.
Manuel Acuña (1849-1873). Versos de Manuel Acuña. México: Imprenta y Litografía de Juan Flores, 1895.
Ángel Zárraga, "The Poet" (1917)
UNA MUJER, UN DIABLO TIERNO
Ella es un diablo tierno
cada hora un ángel a sus pies se quema en ácido
una mujer peca y no muere
lleva piel de barro
¿no alcanza la guerra una puerta?
la veo en una máscara
conozco la pieza de su locura
un asesinato tiene la llave del cielo
LAZOS DE LUZ Y NOCHE
13.
El mayor pecado
es ser espejo
La mayor pesadilla
un alma mutilada
El mayor relámpago:
caer a gritos de ceniza
DETENER LA LOCURA
Espera el pescador
que muerda su anzuelo la memoria
Aletazos da el río
como un duende que habita la luna
¿Puede escapar su sólida cabeza
su incansable soledad?
Su corazón fluye
con la boca atrapa su locura
arranca a cada instante
la desdicha de ser piedrecilla de río
¿Acaso el que nada tema
siempre se asfixia en la página del agua?
Sigue el maligno
de quien proporcione la desdicha
de agarrar su cuerpo para subir lentamente
y detener su locura
Adriana Cupul Itzá (1979-2005). Y mi cuerpo no ha muerto. Poesía recuperada (1993-2002). México, 2019.
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Vincent van Gogh, "Shoes" (1888) |
ESTOS son unos zapatos viejos. No diremos quién es su dueño, porque ya no tienen utilidad alguna: a nadie sirven, con la utilidad perdieron el amo, y, con el amo, aquella cosa clarísima, aunque modesta, que era como el alma que les daba vida: su reducido sitio en el corazón de un hombre, quien, al preguntar: "¿dónde están mis zapatos negros?", les criaba el sentido y la fuerza. Ni les queda apenas color: sólo el color general a que se estrechan las cosas en la agonía.
Están ahora en uno de esos patios cadavéricos de las casas abandonadas. ¿Quiénes están? Las fabulosas criaturas de grueso pellejo pardo, que ni tienen ojos ni patas, pero sí una negra boca desencajada. (Las hormigas, no obstante, les andan sin miedo las húmedas fauces: para las hormigas son dos cavernas orgánicas, dos montes sin nombre ni contorno, dos cosas que según las hacen sus ojos numerosos jamás podrá soñarlas nuestra razón delirante). Ni andan ni tendrán otro movimiento nunca, estas criaturas, estas cosas; pero, en cambio, pesan. Pesan sobre la tierra con todo el peso de la tierra. Su peso es enorme y no podrá medirse.
Así piensa el Tío Pedro, que ha salido a pasear la tarde rojiza. Las manos a la espalda, el vientre plácidamente redondo en el aire muy claro, se esfuerza el Tío Pedro en comprender cosas para las que aún no se ha descubierto lenguaje. Luego reanuda su paseo, va mirando distraído sus propios zapatos viejos. (Por uno de esos extraños saltos del pensamiento, el Tío Pedro ha imaginado que él es como uno de esos perrillos que andan sobre grandes pelotas, sólo que la bola que él hace mover es enorme: suave, dócil, silenciosa, la Tierra gira bajo sus zapatos viejos.)
Eliseo Diego (1920-1994). Divertimentos. La Habana: Ediciones Orígenes, 1946.
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Witold Wojtkiewicz, "Circus of madmen, series, 'Madness'” (1906) |
Dicen que los locos se ríen y hablan solos
en las laderas las cocinas
los corredores las estaciones de tren
los barcos las cantinas los baños
el mercado del Carmen la fuente del Carmen
en el ombligo y en los generales gordos
no hay loco solo
hablar es hablar aunque estés solo
la soledad es la soledad aunque estés loco.
Horacio Lozano (1982-2024). Física de camaleones. Letras de Querétaro, 2013.
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Hans Baldung "Death and the Woman" (1520-25) |
I
The stars were wild that summer evening
As on the low lake shore stood you and I
And every time I caught your flashing eye
Or heard your voice discourse on anything
It seemed a star went burning down the sky.
I looked into your heart that dying summer
And found your silent woman's heart grown wild
Whereupon you turned to me and smiled
Saying you felt afraid but that you were
Weary of being muted and undefiled.
II
I spoke to you that last winter morning
Watching the wind smoke snow across the ice
Told of how the beauty of your spirit, flesh,
And smile had made day break at night and spring
Burst beauty in the wasting winter's place.
You did not answer when I spoke, but stood
As if that wistful part of you, your sorrow,
Were blown about in fitful winds below;
Your eyes replied your worn heart wished it could
Again be white and silent as the snow.
Galway Kinnell (1927-2014). Poems. Classic Poetry Series, 2012.