WALT WHITMAN (EXTRACTO)

by - septiembre 28, 2025

Walt Whitman by Thomas Eakins (1891)


Como un Dios que edificase poemas á bofetadas mentales, Walt Whitman está sentado, está sentado sobre la majestad de la vida con el entendimiento del corazón en Yankilandia, la pierna derecha en Pekín y la pierna izquierda en Berlín, todo el cuerpo sobre TODO el mundo, jugando poker con los muertos sobre el tapete azul de lo infinito, platicando con las estrellas y oyendo, oyendo, oyendo los ruidos cóncavos y tracendentales de la época, la perpendicular YANQUI, las tonadas tristes, tristes que los pastitos nuevos de Manhattan, tiernos como niñitos, tiernos como pajaritos, tiernos como animalitos, entonan atardeciendo, amaneciendo, atardeciendo entonan y la voz de las granjas rústicas...

 

Los gestos cósmicos convergen en él como el alma de los sonidos á una estación radiográfica o como los gusanos á las tumbas, lleno de música, todo lleno de música sonríe y la tierra florece, llora, y entra el Invierno, canta, canta y entonces es como si los pájaros, las cosas y los hombres, las montañas, los sepulcros, los campos, las ciudades, las ciudades rojas, los cielos, los océanos, las esposas, las novias y las madres, los niños, las rameras, los criminales, los estadistas, los mercaderes, el bien y el mal, los hospicios, los manicomios o las casas honestas se pusiesen á cantar la primera canción de los tiempos; canta, canta, canta Walt, el bueno, canta y las gentes oscuras se dicen: EL MUNDO ESTÁ CANTANDO, el mundo; canta y los esqueletos se preguntan: ¿quién?... y abren la puerta eterna con sus dedos enormes, llenos de lo amarillo de las huesas, llenos de lo amarillo de las huesas.

 

 

Pablo de Rokha (1894-1968). Los gemidos. Santiago de Chile: Editorial Cóndor, 1922.

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