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| Joseph Mallord William Turner, "The Lake of Zug" (1843) |
El lago en el que nadaste aquellos veranos con tus amistades menos honestas, ya no está plagado de peces habladores. Los ángeles que cuidaban aquellas aguas putrefactas dejaron sus tareas de placeres culposos, dedicándose únicamente a los deberes obligatorios que, todos sabemos, pertenecen a los ángeles de cada lago; los de contarnos un cuento antes de dormir para que sepamos hacia qué árbol dirigirnos si caemos en la realización de que nos estamos yendo al único lugar al que uno podría irse: las nubes pegajosas de los olvidos de nadie.
Lo sé porque esto me lo contó mi hermano, pero la verdad es que los ángeles nunca me contaron ningún cuento a mí; se olvidaron de advertirme del olvido, y es por eso que ahora me toca vivir ahí. Nadie alguna vez fue alguien, te preguntarás, ¿quién? Nadie fuimos todos, y no fue ninguno de los que nadó en el lago del principio de esto, que es una carta sin destinatario, es decir, una carta para nadie.
Nadie se sienta a contarnos sus olvidos acompañada, deseada por todos y por ella misma, presa eterna de las cantidades exabruptas de números que la sobrepasan; todos los números, todas las cantidades de lo que se pueda contar, abstractas o tangibles, sobrepasan a nadie, que no es ninguna.
Tal vez no entiendas a nadie y probablemente a ella tampoco le intereses vos, pero si nadie viene a contarte lo único que puede contarle a alguien, más vale que la escuches, o no; yo qué sé, ¿quién soy yo para hablar de nadie? Si hasta los ángeles se olvidaron de mí, probablemente nadie también.
Quizás no te importa, de cualquier manera, no es para tanto si decidís no escucharla; lo peor que puede pasar es que te olvides de que alguien, que alguna vez fue nadie, finalmente se olvidó de vos.
Lucía Victoria Sproviero (2001). Poesía internacional: Lucía Victoria Sproviero (Argentina). Lima, Perú: Revista Kametsa, publicado el 4 de noviembre de 2025.

