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| Alois Kalvoda, "Lovers In The Grass" (s/f) |
NOCHE ADENTRO
Escucho una estampida de pájaros nocturnos,
el eco que repiten las piedras sin memoria.
Las hojas empozadas se sueñan en su rama
mientras las aguas callan el curso de las horas.
Solo he vivido un día y todo ha sido noche.
Herida de ceniza mi frente aún espera.
Oscuras mariposas en mis manos escampan.
Sus alas rotas cargan la errancia de otro entonces,
las esquirlas de un tiempo que en ofrenda se alza.
Vivir es soñar días sabiendo que es de noche.
DEL OTRO
Asirme cada día en el espejo
al rostro siempre extraño que me acecha.
Entre él y yo la eterna y sutil brecha:
es otro el que se muestra en el reflejo.
La edad misma del polvo su entrecejo;
fatiga original en mí deshecha,
hastío precedente a toda fecha,
mirada en que adivino un dolor viejo.
Entonces otro nombre me suplanta:
la voz de esa otra voz no diferencio;
habitan otras sombras en mi sombra,
otro decir anega mi garganta.
Palabras disfrazadas de silencio:
las cosas que me callo el otro nombra.
TODAVÍA
No sé, cuando me miras, si el que mira
desde el pozo sin tiempo de esos ojos
me pregunta por mí o por los despojos
de otra que escondida en mí respira.
Adentro vuelve a arder la antigua pira
y me infunde en los huesos, a su antojo,
el temblor de otro entonces. Me acongojo
al sentir ese puente que me estira
tu mirada extraviada en tanto olvido,
ese talvez que dieron por perdido
los que hoy de nuevo cómplices reviven
en pupilas de húmeda tristeza,
la herida compartida y la promesa
que nuestras manos trémulas reescriben.
Micaela Paredes Barraza (1993). Adiós a Ítaca. Bogotá, Colombia: El Taller Blanco Ediciones, 2020.

