CASA DE BELLEZA (INFORME PERSONAL)
Un metro cincuenta y cinco de pie
a la intemperie
cincuenta y siete quilos conservadores
por obra y cuenta de la gravedad
(de acuerdo a las tablas
hay lastre para arrojar
según el riesgo y la deriva
Julio Verne lo haría
en cinco semanas de régimen
aún hoy) así parezco
la medida exacta de una criatura
terrestre entre la espada y la pared
minuciosos centímetros de un cuerpo
vivo sentenciado
la estatura visible de las ganas
de algo de nada
la extensión precisa de una fuente
de energía a término
la altura justa de un aparato
de vuelo consumiendo
combustible sin reserva
el trozo mensurable
de una empresa de una
sociedad anónima desconocida.
El secador zumba crispa el cabello
las orejas reciben señales interiores
un casco de material plástico
ajustado a un sillón donde resisto
un viaje en el tiempo
ayer era joven hoy soy
como soy mañana seré vieja
no estoy antes ni después precisamente
estoy ahora puntual con mis arterias
como tú como aquel
en penumbra como siempre era lunes
acaso o hace un rato
me veo ahí nos vemos
tú y yo frente a frente
clavada en la pista del aeropuerto
mientras parte un avión
en el que voy contigo en hora
pensándolo bien me quedo en tierra.
Inunda la luz mis ojos que ven
y los tuyos anfibios
que me ven en una edad cualquiera
dieciocho años de pronto acosada
en la plataforma de un tranvía
solitario veinticinco pueden ser
desesperados aplausos en el paraíso
de un estudio auditorio
treinta quizá que cien volando
cuarenta recién estos años
recostada en un helicóptero
transparente para la eternidad.
Pienso pocas cosas y está mal perderse
las ideas del aire acondicionado
encendidas de gas de neón
y señaladas por alambradas de púas.
Sentada frente al espejo sin marco
solo prendido con grampas a la sombra
vertical y dura
me miro minuciosamente
sin lástima y doliéndome
querría ser el más cruel el más
despiadado de mis observadores
para tomarle ventaja a la realidad
el rosto mi cara lavada
nadando entre las células del vidrio
y la vieja vida de un ojo
al otro como un pez en el agua
las sensaciones ariscas levantan
vuelo de la superficie mixta
del cutis
también el cuello cierra el collar
de Venus una soga corrediza
patas de gallo escarban la mirada
desentrañando una frágil cañería
pulsátil
hay nubes de polvo compactas
me ahogo a pesar de la escafandra
y los tubos de oxígeno obligatorios.
Aún distingo el pelo azul espeso
los ojos un tercio del ancho de la cara
color del iris castaño oscuro se diría negro
cejas conformes
nariz recta
la boca regular con las comisuras
caídas hago esfuerzos a veces
por subirles la sonrisa
estructura general armónica
y nadie ni las arrugas
ni las canas recientes que me asustaron
la primera vez porque vi
lo que no esperaba
y nada todo parejo uniforme
nublado ¿dónde estás?
¿soy yo?
quizá haya más agito el agua turbia
resistente muevo debajo el río la turbina
la madeja el pulso la corriente
el motor la sonda el tajo
la carrera el viento el tren
la pista el jet el trueno el humo
el humo el humo el recuerdo la lluvia
la máquina de escribir la fruta la cama
el sueño la estación la luz eléctrica
la paciencia la niebla la niebla espesa
la cortina corrida se cierra el espejo
como escritura en el agua
de este lado me toco la mano
que escribe desde hace mucho
que deja sus huellas digitales
una marca
que no se repite
en un expediente de rutina.
Amanda Berenguer (1921-2010). Descubrimientos. Santiago de Chile: Cuadro de Tiza Ediciones.
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