¿Dónde está la memoria de los
días
que
fueron tuyos en la tierra, y tejieron
dicha
y dolor y fueron para ti el universo?
El
río numerable de los años
los
he perdido; eres una palabra en un índice.
Dieron
a otros gloria interminable los dioses,
inscripciones
y exergos y monumentos y puntuales historiadores;
de
ti sólo sabemos, oscuro amigo,
que
oíste al ruiseñor, una tarde.
Entre
los asfodelos de la sombra, tu vana sombra
pensará
que los dioses han sido avaros.
Pero
los días son una red de triviales miserias,
¿y
habrá suerte mejor que la ceniza
de
que está hecho el olvido?
Sobre
otros arrojaron los dioses
la
inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas,
de
la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera;
contigo
fueron más piadosos, hermano.
En
el éxtasis de un atardecer que no será una noche,
oyes
la voz del ruiseñor de Teócrito.
JORGE
LUIS BORGES (1899-1986). Fervor de Buenos Aires, (1923), en
Poemas escogidos, 1972. Barcelona: Emecé Editores.