Wassily Kandinsky, "Quadrat im Nebel" (1932) |
Tu amor está oscureciendo mi estrella,
la luna se está alzando en mi vida.
Mi mano en la tuya no se siente en casa.
Tu mano son las ganas,
mi mano es el anhelo.
(1916)
EDITH SÖDERGRAN (1892-1923). Encontraste un alma. Poesía completa. España: Nórdica Libros, 2017.
Diego Velázquez, "The Three Musicians" (1618) |
Pedí que me dijeran qué es la felicidad
a los maestros que hablan
del significado de la vida
y a los dirigentes famosos que ordenan
trabajar a miles de hombres,
pero ellos sólo movieron sus cabezas y
sonrieron pensando que
yo los creía unos tontos.
Tiempo después, un domingo en la tarde,
vagué por el río Desplains y vi
a un grupo de húngaros bajo los árboles
con sus mujeres y sus niños
y un barril de cerveza y un
acordeón.
Carl Sandburg (1878-1967). Antología de Carl Sandburg. Ciudad de México: Editorial Letras Vivas, 2003.
Artemisia Gentileschi, "Lucretia" (1627) |
Quiero morir. No quiero oír ya más campanadas.
La noche se deshace, el silencio se agrieta.
Si ahora un coro sombrío en un bajo imposible, si un
órgano imposible descendiera hasta donde.
Quiero morir, y entonces me grita estás muriendo,
quiero cerrar los ojos porque estoy tan cansada.
Si no hay una mirada ni un don que me sostengan, si
se vuelven, si toman, qué espero de la noche.
Quiero morir ahora que se hielan las flores, que en
vano se fatigan las calladas estrellas, que el reloj
detenido no atormenta el silencio.
Quiero morir. No muero.
No me muero. Tal vez
tantos, tantos derrumbes, tantas muertes, tal vez,
tanto olvido, rechazos,
tantos dioses que huyeron con palabras queridas no
me dejan morir definitivamente.
(1944)
Idea Vilariño (1920-2009). Poesía completa. 2016. España: Lumen.
Poussin, "Le massacres des Innocents" (1625-1626) |
Poco hilo me queda, pero espero hallar el modo
de dedicarle al próximo tirano
mis pobres cármenes. No me dirá que me corte las venas
como Nerón a Lucano. Querrá una loa espontánea
que brote de un corazón agradecido
y la tendrá en abundancia. Asimismo podré
dejar huella perdurable. En poesía
lo que cuenta no es el contenido
sino la Forma.
Eugenio Montale (1896-1981). Material de lectura, serie poesía moderna, núm. 171, 2012. México: UNAM.
Corot, "Woman Reading in the Studio" (1868) |
Sentados, la última mañana de mi visita,
cómplices, cruzamos y volvemos a cruzar
las piernas. De pronto, ve un hilo
que cuelga del puño de mi camisón y dice
¡Quédate ahí! y se apresura a buscar algo
en su cajón. Extendiendo mi muñeca,
él mira fijo el puño, sus iris
esferas de materia engastada.
Abre la tijera pesada, con trabajo
logra apresar el hilo entre sus hojas de bronce
del color de la tinta, a cada lado
del hilo: quiere lograr un trabajo perfecto,
hacerme un favor al final de su vida.
Al fin, con un movimiento,
corta: suspiramos.
Bebemos café, lo sentimos
entrar en nosotros. Él sabe
que cuando muera vivirá en mí,
que lo llevaré conmigo como su madre
sin saber si algún día alumbraré.
Sharon Olds (1942). El padre. 2004. Madrid: Bartleby Editores.
Rembrandt van Rijn, "Self-Portrait" (1659) |
Uno de mis deseos es que esos oscuros árboles,
tan ancianos y firmes que apenas se alteran con la brisa,
no fueran, digamos, la máscara solamente de una sombra,
sino que hasta el último abismo se extendieran.
Pero no solo no me detendrán sino que un día
hacia su vastedad me atreveré a deslizarme,
sin miedo a no encontrar jamás el campo abierto,
o una carretera donde la lenta rueda esparza arena.
No veo por qué debiera alguna vez volverme,
o por qué no debieran perseguir mi rastro
para alcanzarme, aquellos que aquí me echan de menos
y ansían saber si todavía les tengo alguna estima.
No me encontrarán distinto de aquel que conocieron:
solamente más seguro de todo lo que creía cierto.
Robert Frost (1874-1963). Poesía completa, 2017. España: Ediciones Linteo.
Ludvig Karsten, "Naken pike i sengen" (1914) |
cuando se sabe que pronto va a llover,
los hombres nos quedamos en casa con cualquier excusa
y el libro cuya lectura se nos había olvidado
regresa,
planta sus árboles entre nuestras manos y la pared más próxima,
y las lámparas
con su luz diminuta nos hacen ver todo un mundo debajo
del mismo escritorio de siempre,
los planetas de polvo,
las frutas secas que las hormigas no quisieron comer,
los lápices regados;
cuando uno quién sabe cómo se da cuenta
de que está cerca el cielo, de las gotas
frías que ya abonan la tierra de afuera,
también quién sabe cómo
los hombres en silencio lloramos un poco
por la casa que sólo se nos viene encima con la lluvia,
por el café que huele mejor cuando hay mal tiempo,
por la mujer que dejó todas las huellas del mundo
intactas
en el cuerpo de adentro
Luis Moreno Villamediana (1966). Manual para los días críticos. 2001. Caracas: Editorial Pequeña Venecia.
Pierre Bonnard, "La femme au chien"(1906) |
NIÑA, cuidado con lo que dices
cuando hablas con palabras, con palabras,
porque las palabras están hechas con sílabas
y las sílabas, niña, están hechas de aire,
y el aire es tan ligero, el aire es el aliento de Dios,
el aire es más ligero que el fuego o la bruma,
más ligero que el agua o la luz de la luna,
más ligero que las telarañas bajo la luz de la luna,
más ligero que las flores de agua en la mañana;
y las palabras son fuertes, también,
más fuertes que las piedras o el acero,
más fuertes que las patatas, el maíz, el pescado, el ganado,
y suaves, también, suaves como huevos de paloma,
suaves como la música de las alas del colibrí.
Así, niña, cuando saludes,
cuando cuentes chistes, expreses un deseo o reces
ten cuidado, ten cuidado, ten cuidado,
sé lo que quieres ser.
Carl Sandburg (1878-1967). Antología de Carl Sandburg. Ciudad de México: Editorial Letras Vivas, 2003.
Sofonisba Anguissola, "Self-portrait at the easel" (1556) |
a mí nunca partir me ha visto el mundo,
siempre me ha conseguido ya en mitad de sus perros
y el alumbrado público,
como si fuera un muerto anciano un muerto suyo,
siempre puntual a un costado de la acera;
quien me visita no aprecia mi equipaje
o nota apenas mis cajas y mis baúles:
la camisa que llevo tiene ya tanto tiempo encima
que parece de piedra;
cuando me muevo paso inadvertido:
¿a quién le importa que un árbol se harte
y se mude de cuadra?
si alguna vez comprara un pasaje
y decidiera que una nube es mi casa
o es mi hogar otro río o un palacio de la India,
silbando el mundo creería que esa nueva morada,
como mi ropa,
es antigua y de piedra
Luis Moreno Villamediana (1966). Manual para los días críticos. 2001. Caracas: Editorial Pequeña Venecia.